El Periquito Asmático.

Queridos nietecitos: Antes de nada, aviso que regreso de mi ausencia, me han trasplantado siete veces un pulmón, pero es que fumo mucho. Ya estoy mejor. Gracias por los e-mails de preocupación (es ironía fina de señora mayor, estoy protestando enérgicamente porque seáis tan hijos de puta de enviar mil doscientos e-mails de cadenas, niños con enfermedades, cierres de Hotmail, y no le escribáis ni una vez a vuestra abuela preferida).

Vamos con el cuento:
Érase que se era, de los quesos de la era, que un periquito muy noble, de nombre Reciproquín, porque solía compartir siempre cualquier sentimiento que el prójimo sintiera hacia él, decidió marcharse a la aventura, alejarse de su jaula, y despedirse como creía que era menester de su dueña, la señora Gargantúa (Pérez de Colmenar), que era con educación y quizás un poema.
Con las maletas hechas, Reciproquín ya lo tenía todo listo, reloj, el móvil, la cartera, perfume de hombre Varón Dander, y su cepillo de pico para el aseo diario.
Así que se dispuso a escribir unos versos con los que despedirse de su dueña.
La empresa se le tornó muy difícil, de los difíciles todavía de los que dicen en el circo, y reciproquín no fue capaz de componer unos versos. ¿Por qué? Lo he dicho antes, tenía un serio problema, o no tan serio quizá, pero problemático al fin y al cabo mayor del ejército. Y es que, Reciproquín sentía sólo lo mismo que alguien sintiera por él, con lo que no podía transcribir unas frases de manera demasiado coherente:
“yo también, querida Gargantúa,
Y por supuesto eso también.
Claro, sí, yo también por usted,
Sin duda sí, no puedo estar más de acuerdo”.
Siguió toda la noche escribiendo, o intentándolo, sin que sus frases consiguieran expresar el inicio de un sentimiento, de una voluntad, se sucedieron los “yo también”.
El gato se acercó de madrugada a la jaula.
“Hola, Periquito, ¿Cuál es tu anhelo, cual tu problema, qué es lo que te trae de picos pardos hacia abajo, hacia arriba, y venga esto y tortilla de gallina, sin descanso? Cuéntame “Tony hijo”, cuéntame como pasó, como la serie de la primera, dime en qué cosa pudiere un felino humilde y perspicaz ayudarte”
-“Es que no me sale, no puedo escribir versos!” -Dijo el periquito. -“¿Has probado a poner en uno de los versos “dar empaque”? A mí es que es una expresión que me encanta. Además escribir “dar empaque”, da empaque. Siempre pareces más listo si dices que algo da empaque. A no ser que trabajes en MRW”.


El consejo del Gato Chundarato iluminó el alma del periquito. “Dar Empaque”, eso tenía mucha clase, efectivamente, ¡había que ver que dominio de la lengualogía tenía el gato callejero ese!
“Querida Dueña Gargantúa: Da Empaque”
Orgulloso, firmó la nota, y se dispuso a partir. El gato se lo comió según salía por la puerta de la jaula.
Moraleja: A donde vas a ir, alma de cántaro, si más allá de la puerta, aunque sea algo que dé empaque, vas a ser devorado por un gato. Subnormal. Atontao.

Comentarios

Thadeus ha dicho que…
La moraleja es:
¡El anticristo!
Anónimo ha dicho que…
Efectivamente!

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