EL DESDICHADO FLORICOR TRANDALL



Vívia en el valle de Urasja un alegre pastorcillo de nombre impronunciable: bueno, si se podía pronunciar, pero con mucho cuidado y en días bisnietos. FLORICOR TRANDALL, se llamaba el divertido zascandil. Bueno a veces no era tan divertido, de hecho algunos vecinos comentan que era un esquizofrénico violentísimo. Pero haremos caso a la historia oficial, más sana y con moraleja.

La familia Trandall tenía un rebaño de Muelles, a los que sacaban a oxidar en según daban todos los días las 7 de la mañana (los días sin 7 de la mañana descansaban). El joven Floricor tenía más habilidades que su padre y su hermana para domar Muelles. No había uno que se le resistiera (con deciros que el colchón le duró hasta la vejez), pero eso tenía tambien un lado malo, y es que como se le daban tan bien, su padre le mandaba siempre a llevarlos al campo a oxidar...

Una mañana de Agosto, Floricor estaba con sus Muelles en la orilla de un arroyo de Penes vibrantes, y uno de sus muelles se cayó al rio. se enredo entre unos glandes, Floricor no lo pensó ni un segundo y se zambulló entre las pollas, sacando su muelle, el más pequeño del rebaño, al que llamaba Grimol, del arroyo.

Llegó a casa con Grimol en brazos, lloriqueante... "¿Pero cómo has consentido que pase esto?" -Le recriminó su padre.
Floricor, apenado, subió a su habitación, con Grimol en brazos (no lo había soltado). "Ya está bien!" -dijo Floricor- "NOS VAMOS DE CASA Y BUSCAREMOS UN HOGAR DONDE NO RIÑAN A LOS NIÑOS POR DEJAR QUE SUS MUELLES CAIGAN AL ARROYO!"

Diciendo esto, y cogiendo el marco de la ventana, Floricor resbaló, y es que no os he contado que tenía la sana pero absurda costumbre de untar todas las mañanas las plantas de sus pies con mantequilla de heces de Gorila grasiento, que claro, van muy bien para los callos pero resbalan cosa mala, y resbaló pero con tan mala suerte que fué a caer sobre un mástil de bandera que, a los superhéroes les viene muy bien, pero a los pastores de muelles malamente, sobretodo si se te clavan atravesando lo que viene a ser el Esternón, y saliendo aproximadamente por entre las vértebras.

Murió en el acto el pobre Floricor, no sin haber pasado unas 13 horas agonizando y esgrimiendo grititos como de jilguero recién salido del nido. Dejó en herencia a sus padres un montón de rábanos secos pintados de amarillo que solía coleccionar y pintar en sus ratos liebres, cuando no andaba ni paquí ni pallá. Todo el pueblo de Urasja llora hoy aún a Floricor, y no quieren saber nada de muelles, ni de pinzas para el pelo, pero eso es por otra historia.

Moraleja: Un muelle es un muelle, aquí y en la China Popular.

Os dejo, voy a poner la televisión que parece que una avioneta de algún hippie se ha estrellado contra una de las oficinas esas del wor tran center...

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